Tictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictic...
Tictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictictic...
Abro un ojo. Amatxu está sentada al otro lado del sofá con el ordenador encima de las rodillas. Qué sueño tengo...cierro el ojo. Lo vuelvo a abrir. Si sigue sentada en esa postura, luego se quejará de que le duele la espalda, como siempre. No sé por qué está trabajando. Desde que nació el Gato sin Pelos no ha vuelto a la oficina, no tendría que estar trabajando hoy. Mira fijamente a la pantalla y casi ni parpadea, y toca con los dedos encima de ese cacharro a toda velocidad. Parece enfadada. Suspiro. Tendré que dejar la siesta para otro momento.
Me levanto y me acerco a ella. Ni me mira. Me acerco más.
- Casper
Lo dice suavecito con los ojos clavados en ese trasto, como si no me viera. Así que me acerco más y paso el morro por la esquina de arriba de la pantalla dejando allí todas mis babas.
- Casper
Ahora lo dice más alto, me lanza una mirada rápida fastidiada y me empuja un poco. Me echo hacia atrás, como si me rindiera, me quedo quieto y sin previo aviso doy un salto y caigo sobre las teclas. Tachán!
- Casper
Eso lo ha dicho gritando. Sin quitarme de mi sitio me giro hacia su cara, doy un maullidito de los míos (briauuu) y le paso la nariz por su nariz. Sé que eso le gusta.
- Casper
Eso ha sonado más bien resignado. Aprieta su nariz contra la mía y me acaricia debajo de los bigotes.
- Puñetero gato, qué malo eres, pero qué malo eres, lo sabes, ¿no?
Lo dice con un tono dulce, bajito, la miro de reojo y veo que tiene una sonrisa en la boca. Ya no parece enfadada y los ojos le brillan otra vez. Así está mejor. Hago una croquetilla sobre el teclado y me dejo caer hecho una bola a su lado. Estos humanos nunca saben qué es lo importante...me gustaría decirle que dentro de mucho tiempo, cuando ella sea una viejita, cuando el Gato sin Pelos sea mayor, cuando Ikatz y yo ya ni siquiera estemos con ella, no se acordará de aquel trabajo que ella pensaba que era tan importante...pero sí que se acordará de las croquetillas, de las naricitas de gato mojadas y de mis babas encima de la pantalla. En la vida hay que saber qué cosas son importantes y qué cosas no lo son.
Qué sueño tengo. Meto el morro en el hueco del brazo de Amatxu y cierro los ojos de nuevo. Creo que me voy a echar otra siesta....
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Abro un ojo. Amatxu está sentada al otro lado del sofá con el ordenador encima de las rodillas. Qué sueño tengo...cierro el ojo. Lo vuelvo a abrir. Si sigue sentada en esa postura, luego se quejará de que le duele la espalda, como siempre. No sé por qué está trabajando. Desde que nació el Gato sin Pelos no ha vuelto a la oficina, no tendría que estar trabajando hoy. Mira fijamente a la pantalla y casi ni parpadea, y toca con los dedos encima de ese cacharro a toda velocidad. Parece enfadada. Suspiro. Tendré que dejar la siesta para otro momento.
Me levanto y me acerco a ella. Ni me mira. Me acerco más.
- Casper
Lo dice suavecito con los ojos clavados en ese trasto, como si no me viera. Así que me acerco más y paso el morro por la esquina de arriba de la pantalla dejando allí todas mis babas.
- Casper
Ahora lo dice más alto, me lanza una mirada rápida fastidiada y me empuja un poco. Me echo hacia atrás, como si me rindiera, me quedo quieto y sin previo aviso doy un salto y caigo sobre las teclas. Tachán!
- Casper
Eso lo ha dicho gritando. Sin quitarme de mi sitio me giro hacia su cara, doy un maullidito de los míos (briauuu) y le paso la nariz por su nariz. Sé que eso le gusta.
- Casper
Eso ha sonado más bien resignado. Aprieta su nariz contra la mía y me acaricia debajo de los bigotes.
- Puñetero gato, qué malo eres, pero qué malo eres, lo sabes, ¿no?
Lo dice con un tono dulce, bajito, la miro de reojo y veo que tiene una sonrisa en la boca. Ya no parece enfadada y los ojos le brillan otra vez. Así está mejor. Hago una croquetilla sobre el teclado y me dejo caer hecho una bola a su lado. Estos humanos nunca saben qué es lo importante...me gustaría decirle que dentro de mucho tiempo, cuando ella sea una viejita, cuando el Gato sin Pelos sea mayor, cuando Ikatz y yo ya ni siquiera estemos con ella, no se acordará de aquel trabajo que ella pensaba que era tan importante...pero sí que se acordará de las croquetillas, de las naricitas de gato mojadas y de mis babas encima de la pantalla. En la vida hay que saber qué cosas son importantes y qué cosas no lo son.
Qué sueño tengo. Meto el morro en el hueco del brazo de Amatxu y cierro los ojos de nuevo. Creo que me voy a echar otra siesta....